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sábado, 26 de septiembre de 2015

Espionaje Y Arqueología

El Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores atesora un expediente de los años 1824-1829 que nos revela la importancia que las antigüedades prehispánicas habían cobrado a principios del México independiente, así como las preocupaciones que ocasionaba su exportación, aunque ésta no estuviera prohibida por la legislación entonces vigente.

Ante la primacía del espionaje político en esta coyuntura histórica tan complicada, resulta notable que también se realizaran actividades de inteligencia relacionadas con el patrimonio cultural de México y, en particular, con el arqueológico. Nos referimos específicamente a una muy poco conocida misión que el mencionado ministro Sebastián Camacho asignó desde Londres al agente Tomás Murphy y cuya documentación se puede consultar hoy en el expediente ahsre 2-2-2888 1829, del Archivo Histórico “Genaro Estrada” de la Secretaría de Relaciones Exteriores. 

Esta historia se suscitó hacia finales de 1826, cuando en la capital inglesa se propaló el rumor de que había llegado a París un cargamento de antigüedades mexicanas y que éste se había puesto en venta al mejor postor. Al venir en conocimiento, Camacho solicitó le informasen “con reserva” sobre la naturaleza y el precio de dicha colección, instruyendo que se indagara con absoluta discreción cómo se había celebrado su compra en México y cómo había sido extraída del país.





A. Quetzalcóatl, dibujo de Agostino Aglio (1831). B. Quetzalcóatl. Piedra volcánica.C. Pulga con rostro humano, dibujo de Agostino Aglio (1831). D. Pulga con rostro humano. Piedra volcánica.




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